La pintura
Rompe el silencio en su altivo andar la que es sin saber
Novia del Plata. Una ciudad entera siempre, pero siempre la acompaña con dulzura distante,
con una real cortesía a su portal. En un café la suelo ver pasar mientras fumo tranquilo un
cigarro rubio. Ella no me conoce. Fueron un puñado de tardes hace años, cuando
uno no reparaba en cuestiones como la perpetuidad de la insistencia de una
forma, no maquinada por lo obsesivo, no moldeada por el arte de la inasible herramienta que son los pasillos, no forjada por los necesarios recortes del
olvido. Uno encuentra belleza en todos lados si se lo propone, su unicidad es un canto a los ojos que la ven. Igual, como en un marco que se repite, sigue siendo ella. Las pinturas no son fragmentos inconexos,
dispersados y mezclados por los intentos vanos del azar. Esperan como quietas
ser vistas en el anonimato de su universalidad. Son bellezas plasmadas por la
fuerte e inquebrantable verdad: el amor es igual, una lengua común en todas las
luces de la Gran ciudad.
La pintura es como la fotografía: creadora de la eternidad.
contemplo: del latín Templum
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