El dragón
Los colores y el movimiento tienen raíz común, una bella complicidad. Dudo que encuentres algo en este lugar, algo
estable en este blanquecino hotelucho- le dijo al oído, tomo su trago, media
sonrisa y se fue. No se detuvo a explicarle nada acerca de la
sumamente compleja y laberíntica seguridad tecnológica, vio un mono bailando
por estar rodeado de monos que jamás saldrían de su condición, jamás podrían
igualar al progreso científico del antiguo imperio sahachineico (pilar de su
otra virtud: la buena representación), como si estuvieran inmersos en el efecto domino de aquella tarde de aparentes decisiones en una habitación a
oscuras, hace ya siglos cuando esa nublada dirección vio a su vez que el perfecto mundo vecino tuvo
que soportar una mosca en el paisaje.
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