El vino
Doran las parras las esquivas danzas armónicas
En su naturalidad de vuelo las golondrinas.
La lluvia que se pierde, que no fue las manos
Deseosas del campesino desierto adentro,
Dota a la sequiza tierra de su fecundo alimento.
Encausa lo desbordante del oleaje que no es más
Que apariencia forjada por infieles palabras.
Como la tierra que espera dar forma al río
Se funde con un orbe de risas y de niñas de blanco,
Y a su vez esa belleza nos atraviesa para siempre
En la quietud de la simple contemplación.
Doran las parras las esquivas danzas armónicas
Que no se quiebran con lo lejano que es cercano:
¡Larga vida a los fotógrafos!
¡Creadores de la eternidad!
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