La isla del Diablo, Guayana franqueza. La otra, la eterna.
Y los nuevos llegaron sin el mejor progreso científico tecnológico
en sus mentes sepultando a oscuras a toda la generación de Óscar Wilde y
empleados de Estados Europeos. Años más tarde se vendría primera y segunda
guerra mundial y nadie habló más del hundido barco…
Mariana Pineda: Así llevaron la isla del diablo con sus
rumores vomitivos a la sociedad. Comenzaron a hacer monumentos, que evocaron el
horror de Eurípides, Virgilio, Francisco Franco, Quevedo y Henry Ford, con
gente de clase media-baja. Dinero, alabanzas y comenzó la duda acerca de la
intervención del tristemente célebre arquitecto. Y la chica dejo de reír como
antes.
Y siempre fue todo completamente invisible- nadie analiza trucadas
pantallas de seguridad tecnológica- por lo que quedó una sola forma de
ajusticiamiento- como se dice en la jerga militar-, monumentos.
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Dedicado a Pablo, no éramos muy íntimos pero fue un tipo atento y agradable. Me enseñó a tirar con escopeta, hijo de desaparecidos. Ya está descansando en completa paz con los suyos.
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