Laberinto
que se esfuma en las millones de miradas
Que siempre
dicen lo bello sin decir nada:
El azar
quiso que fuera mutua la detenida elección.
Millones de
caras van y vienen.
Infinitos
los pasillos que se bifurcan por capricho
De los
Dioses que ya no rigen
El destino
de Roma, ni el de ellos.
Frenar el
eterno rodar con una palabra
Y ver que
fue quietud, cual marco
De un cuadro
que resalta el poder de los vientos
Que los
llevaron a ser uno.
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