El reencuentro
Cuando no haya nada más alrededor que tus ojos negros en los míos,
No habrá lugar en ti que no hable de la intimidad de los
signos,
Como si un mundo nuevo fuera pintado. Fundido al paisaje,
A tus colores, por siempre en tu piel el descanso.
Temblor, y los dulces abismos que despiertan los tambores.
El sentido de las palabras que espero de tu boca,
El licor que hace olvidar el cristal, la permanente Forma de
esas copas.
Amor es una melodía que no se quiebra….
Combinaremos los mismos sonidos/ los silencios son misterios:
el tesoro. Bien podría ser otra melodía, pero no,
Al pasar dejas un fondo, la planicie de un mundo que no se
conforma
Y forja el relieve de tu sonrisa.
¿Cómo será desnudar tu libre alma en la dulce mazmorra de
los besos,
Bajo el fulgor de tu mirada azul?
Imagino una noche sin palabras, camino trazado por la
arboleda.
Una noche sin espejos: tambores sueltos como aves nocturnas
Cortan este silencio, y a medida que se alejan van perdiendo
su silueta,
Adentrándose en la oscuridad para volver a mezclarse,
y así devolvernos los cuerpos.
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