jueves, 18 de marzo de 2021

 




De amor y de amar a Magdalena

 

 

Faltaba terminar con la distancia de sus ojos. Crear la misma dimensión en ella, donde la unicidad absoluta de la forma de su mirada adquiera igual valor que la del amante que la adoró en silencio. Es fácil dominar las pasiones, los sentimientos- pensó-  pero evitar la posibilidad de torcer los caprichos del azar para dotarlo de paso decidido hacia lo eterno sin ataduras es perder algo valioso. La igualdad universal de las columnas centrales que sostienen el orbe le facilitó el trabajo: la sentida profundidad de lo firme (temporal o parte inmortal del alma de darse una simple palabra) está hecha de lo comúnmente preciado sumándole una pizca de uno. Entendió así la necesidad regalarle el más cuidado de los espejos.

Una carta en una botella /un poco de silencio/ un mar de agua dulce /El corazón de Magdalena.

 

 

 

 

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