Fragmentos
Maldiciones:
Cuando Julio
Cesar vio que Roma era Amor al revés en su lengua ya era tarde. Fue la pluma de
otro. Su guardia personal no se conformaba con el abundante oro falso. No podía
ver dónde nacía esa cadena hecha de certeras fuerzas. Habían pasado ya
siglos de Helena de Troya y el fuego en la ciudad. Encerrado en el sueño de
otro forzó la relación con Baco y sus inagotables mieles, cavando a la vez con
sus insepultas manos la última morada.
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